sábado, 19 de julio de 2008

* Después del placer de verse sorprendido, no existe otro mayor que el de causar una sorpresa.

* Para una naturaleza tímida, la taquilla de un teatro se parece mucho al tribunal de los Infiernos.

* La vida sólo tiene un encanto verdadero: el encanto del Juego. Pero ¿y si nos es indiferente ganar o perder?

* Los hombres se duermen diariamente con una audacia que parecería incomprensible si no supiéramos que es el resultado de la ignorancia del peligro.

* No existe la mala suerte. Si tienes mala suerte, es que te falta algo; debes conocer este algo, debes estudiar los juegos de voluntades vecinas para desplazar con más facilidad la circunferencia.

* Aquellos que dicen: “¿Para qué matarse trabajando por tan poco?”, son los que más tarde – una vez llegados a los honores – quieren vender sus libros a doscientos francos el folletín y que, rechazados, vuelven al otro día para ofrecerlos a cien.
El hombre razonable dice: “Creo que esto vale tanto, porque tengo talento; pero si es necesario hacer algunas concesiones, las haré, para tener el honor de estar entre ustedes”.

* La orgía ya no es la hermana de la inspiración; hemos roto con este pariente adúltero. La exaltación rápida y debilidad de algunas bellas naturalezas atestiguan contra este odioso prejuicio.
Una alimentación muy nutritiva y regular es la única cosa que necesitan los escritores fecundos. La inspiración es decididamente, la hermana del trabajo diario. Estos dos contrarios no se excluyen más que los restantes contrarios que constituyen la naturaleza. La inspiración obedece, como el hambre, como la digestión, como el sueño. En el espíritu hay, sin duda, una especia de mecánica celeste, de la cual no es necesario avergonzarse sino sacar el provecho más glorioso, como los médicos de la mecánica del cuerpo. Si se quiere vivir en una contemplación obstinada del mañana, el trabajo diario servirá para inspirarlo, como una escritura legible sirve para esclarecer el pensamiento, y como el pensamiento sereno y poderoso sirve para escribir legiblemente; el tiempo de las malas escrituras ha quedado atrás.

* Que el desorden haya acompañado muchas veces al genio, prueba simplemente que el genio es terriblemente fuerte; desgraciadamente, este título expresaba para muchos jóvenes no un accidente, sino una necesidad.

Charles Baudelaire

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