Desde mi cuarto escucho la corneta
del carrito infantil de los helados,
y evoco al punto el toldo de loneta
con sus borlas de lana en los costados.
Como el payaso da una voltereta,
recuerdos nunca bien cicatrizados
invierten su sentido en mi alma quieta:
ayer felices y hoy desventurados.
Ayer era una voz maravillosa
que me impelía con ahínco firme
en pos de la llamada jubilosa.
Y hoy es la misma voz, pero con pena,
la misma voz que acaba de decirme:
ya esa corneta para ti no suena.
Horacio Rega Molina
No hay comentarios:
Publicar un comentario