
DEL AMOR:
Si vuestro miedo os hace buscar solamente la paz y el placer del amor, entonces sería mejor que cubierais vuestra desnudez y os alejarais de sus umbrales hacie un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.
Y no penséis en dirigir el curso del amor porque será él, si os halla dignos, quien dirija vuestro curso.
DEL MATRIMONIO:
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una misma copa.
Las cuerdas de un laúd están separadas aunque vibren con la misma música.
Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos.
Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados.
Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés, ni el ciprés bajo la del roble.
DE LOS NIÑOS:
Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
DEL DAR:
Es bueno dar algo cuando ha sido pedido, pero es mejor dar sin demanda, comprendiendo.
Y vosotros, los que recibís -y todos sois de ellos- no asumáis el peso de la gratitud, si no queréis colocar un yugo sobre vosotros y sobre quien os da.
Elevaos, más bien, con el dador en su dar como en unas alas.
Porque exagerar vuestra deuda es no comprender su generosidad, que tiene el libre corazón de la tierra como su madre y a Dios como su padre.
DEL TRABAJO:
¿Quién de vosotros querrá ser una caña silenciosa y muda cuando todo canta al unísono?
El trabajo es amor hecho visible.
DE LA ALEGRÍA Y DE LA TRISTEZA:
Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara.
Llegan juntos y cuando uno de ellos se sienta con vosotros a la mesa, el otro espera durmiendo en vustro lecho.
Sólo cuando estáis vacíos vuestro peso permanece quieto y equilibrado.
DEL VESTIR:
¿Seríais capaces de enfrentar al sol y al viento con más de vuestra piel y menos de vuestras ropas?
La tierra goza con vuestros pies desnudos y los vientos anhelan jugar con vuestro pelo.
DEL COMPRAR Y EL VENDER:
Y no toleréis que el de manos estériles, el que busca vender sus palabras al precio de vuestra labor, intervenga en vuestras transacciones.
A ese hombre habréis de decirle:
"Ven con nosotros a los campos o acompaña a nuestros hermanos al mar y arroja tu red; que la tierra y el mar serán generosos para tí como lo son para nosotros".
Y si acudieran los cantores y los bailarines y los tocadores de flauta, no os olvidéis de comprar de sus dones.
Porque también ellos son cosechadores de frutos e incienso, y lo que ellos traen, aunque hecho de sueño, es abrigo y alimento para vuestro espíritu.
DEL CRIMEN Y EL CASTIGO:
Mucho en vosotros es aún hombre, y mucho en vosotros no es hombre todavía, sino una forma grotesca que camina dormido entre la niebla, en vusca de su propio despertar.
DE LA LIBERTAD:
En verdad, eso que llamáis libertad es la más peligrosa de vuestras cadenas, a pesar de que sus eslabones brillen al sol y deslumbren vuestros ojos.
Vuestra libertad, cuando pierde sus cadenas, se vuelve ella misma cadena de una libertad mayor.
DE LA RAZÓN Y DE LA PASIÓN:
Haced que vuestra alma exalte a vuestra razón a la altura de la pasión, para que sea capaz de cantar.
Y dirigid vuestra pasión con el razonamiento, para que pueda vivir a través de su diaria resurrección.
DE LA AMISTAD:
Cuando vuestro amigo os hable con sinceridad, no temáis vuestro propio "no", ni detengáis el "sí".
Y permitid que haya risas y placeres compartidos en la dulzura de la amistad.
Porque en el rocío de las pequeñas cosas el corazón encuentra su alborada y se refresca.
DEL HABLAR:
Habláis cuando cesáis de estar en paz con vuestros pensamientos.
DEL TIEMPO:
El ayer es sólo la memoria del hoy y el mañana es el ensueño del hoy.
DE LO BUENO Y DE LO MALO:
Sois bueno cuando tratáis de dar de vosotros mismos.
Sin embargo, no sois malos cuando buscáis ganancia que os enriquecerá.
Aun aquellos que cojean no retroceden.
Pero vosotros que sois fuertes y briosos, cuidaos de no cojear delante del lisiado, imaginando que eso es bondad.
DEL ORAR:
Dios no oye vuestras palabras sino cuando Él mismo las pronuncia a través de vuestros labios.
DEL PLACER:
El placer es un canto de libertad, pero no es libertad.
El placer es una canción de libertad.
Y yo deseo que la cantéis con el corazón pleno, pero que no perdáis el corazón en el canto.
Vuestro cuerpo es el arpa de vuestra alma.
DE LA BELLEZA:
La belleza no es una necesidad, sino un éxtasis.
No es una boca sedienta, ni una mano vacía que se extiende.
Sino, más bien, un corazón ardiente y un alma encantada.
No es la imagen que véis, ni la canción que escucháis.
DE LA RELIGIÓN:
El que usa su moralidad como su más bella vestidura mejor andará desnudo.
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Juzgaros por vuestras fallas es como culpar a las estaciones por su inconstancia.
La bondad que se emula a sí misma en un espejo se convierte en piedra.
Y una buena acción que se califica a sí misma con nombres tiernos se vuelve pariente de una maldición.
Khalil Gibran, "El Profeta"
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