sábado, 19 de julio de 2008

* ¿No envidian los espíritus que moran en el éter el dolor del hombre?
* Oh Dios!, hazme presa del león, antes de que hagas que el conejo sea mi presa.
* No se puede llegar al alba, sino por el sendero de la noche.
* Es extraño, pero el deseo de algunos placeres forma parte de mi dolor.
* La realidad de la otra persona no está en lo que te revela, sino en lo que no puede revelarte. Por lo tanto, si quieres entender a esa otra persona, no escuches lo que dice, sino lo que calla.
* La mitad de lo que digo carece de significado; pero lo digo, para que la otra mitad pueda llegar a ti.
* Mi soledad nació cuando los hombres elogiaron mis parlanchinas faltas, y censuraron mis calladas virtudes.
* Una verdad hay que conocerla siempre, y sólo a veces hay que decirla.
* La voz de las ranas acaso sea más intensa que la del buey, pero las ranas no pueden tirar del arado en el campo, ni mover la rueda del lago, y con las pieles de las ranas no se pueden hacer zapatos.
* Si dijera el invierno: “La primavera está en mi corazón”, ¿creerías al invierno?
* Algunos mojan la pluma en nuestros corazones, y creen que están inspirados.
* Las palabras son intemporales. Debes pronunciarlas, o escribirlas, recordando que son intemporales.
* ¿Cómo podrá abrirse mi corazón a menos que se rompa?
* La generosidad no estriba en que me des lo que necesito más que tú, sino en que me des lo que tú necesitas más que yo.
* A menudo pedimos prestados a nuestros mañanas, para pagar las deudas de nuestros ayeres.
* Puedes juzgar a los demás, sólo según el conocimiento que tengas de ti mismo. Dime ahora: ¿quién de nosotros es culpable, y quién, inocente?
* El verdadero justo es aquél que se siente culpable, a medias, de tus faltas.
* La piedad es justicia a medias.
* ¡Cuán tonto es el que quiere ocultar el odio que asoma por sus ojos con la sonrisa de sus labios!
* ¡Cuán mezquino soy cuando la Vida me da oro, y te doy plata, y todavía me considero generoso!
* Es sensato que el cojo no rompa sus muletas en la cabeza de su enemigo.
* Si sólo puedes ver lo que revela la luz, y oir solamente lo que anuncia el sonido, entonces en verdad, ni ves, ni oyes.
* Aquel que escucha la verdad no es inferior al que dice la verdad.
* Lo más amargo de nuestra pena de hoy es el recuerdo de la alegría de ayer.
* La fe es un oasis en el corazón al que nunca llegará la caravana del pensar.
* Si revelas tus secretos al viento, no debes culpar al viento por revelarlos a los árboles.
* Las tortugas pueden decirnos más acerca de los caminos que las liebres.
* El envidioso me alaba, sin saberlo.
* Mi padre y mi madre deseaban un hijo, y me procrearon. Y yo deseé una madre y un padre, y engendré a la noche y al mar.
* ¡Cuán ciego es el que te deja algo de su bolsillo, para poder tomar algo de tu corazón!
* No puedes juzgar a ningún hombre más allá de tu conocimiento de ese hombre. ¡Y cuán reducido es tu conocimiento!
* La muerte no está más cerca del anciano que del recién nacido; tampoco la vida.
* Todos vamos en pos de la cumbre de la montaña sagrada; pero, ¿no sería más corto nuestro camino si consideráramos el pasado un mapa y no una guía?
* La sabiduría deja de ser sabiduría cuando es demasiado orgullosa para llorar, demasiado grave para reír, y demasiado llena de sí misma para buscar en los demás.
* Un fanático es un orador más sordo que una tapia.
* El silencio del envidioso es demasiado ruidoso.
* Cuando disfrutas con amar a tu prójimo, el amor deja de ser una virtud.

Khalil Gibran

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