viernes, 3 de octubre de 2008

Don Juan de Marco


- Probemos con otra cosa.
- ¿Con qué, Don Octavio?
- Hablemos de mí. ¿Quién soy?
- Yo sé quién es usted.
- ¿Quién soy?
- Don Octavio del Flores, el tío de Don Francisco Da Silva.
- ¿Y dónde estamos ahora?
- No vi la escritura, pero asumo que esta es su villa.
- ¿Qué le dirías a alguien que te dijera que este es un neuropsiquiátrico y que tú eres un paciente y yo soy tu psiquiatra?
- Que tiene una cosmovisión limitada y poco creativa. Usted quiere saber si entiendo que estoy en un hospital. Sí, lo entiendo. ¿Y entonces por qué digo que usted es Don Octavio y que soy un invitado en su villa? Porque veo más allá de lo que ven mis ojos. Es verdad que algunos no comparten mi visión. Cuando digo que todas mis mujeres son deslumbrantes bellezas siempre tienen una objeción. Una tiene una nariz muy grande, otra tiene caderas anchas, una tercera tiene senos pequeños. Pero yo veo a estas mujeres en su esencia: gloriosas, radiantes, espectaculares y perfectas, porque no estoy limitado por lo visual. Las mujeres reaccionan como reaccionan conmigo porque perciben que yo busco la belleza que se agita en el interior hasta el punto de que las invada por completo. Entonces, no pueden evitar el deseo de liberar esa belleza y cubrirme con ella. Para responder a su pregunta le diré que veo claramente que este gran edificio es su villa, su hogar. Y, en cuanto a usted, Don Octavio del Flores, usted es un gran amante, como yo, a pesar de que perdió su identidad y su acento.

Jeremy Leven, Don Juan de Marco

No hay comentarios: